lunes, 11 de enero de 2016


                                                                                 I

No me mires, por favor no me mires de frente, no se te ocurra posar tus ojos sobre mi rostro o una ínfima parte de mi cuerpo, que cuando lo haces es como si un lugar en mi mundo muriera, es como tomar trozos de vidrio caliente con las manos y llevarlos a la boca, asì que pierde tu tacto, tu existencia de este lado y déjame en paz.

Algo como eso creo que menciono Debra al echarme por ultima vez de la casa, nuestra casa, mi casa... dejar atrás es complejo, es màs difícil de lo que parece, comenzar de cero... Como si eso fuera posible. Caminar hacia el origen, con las alas entre las piernas, no es algo digno, a veces pienso que ni siquiera necesario, muchas veces pensé que esta batalla debía darla solo, pero me reconozco débil, carente de cariño y gregario por naturaleza, me da miedo pensar en que no puedo sostenerme solo, necesito una sonrisa sincera, calor que tranquilice, pertenencia ilusoria.

Hasta el dìa de hoy me cuesta mirar a mis padres a los ojos, los miro, es verdad que los miro, sonrío con ellos incluso, pero aun siento que falta algo... Al volver a estas tierras, a las tierras que vieron llegar a esta bestia imberbe por primera vez, era un estropajo de persona, un ente o cosa que deambulaba, que carcomía las horas, mas no las saboreaba, me volví de a poco en un espejo de mis miedos, y consumía morbosamente todo aquello que debe ser para momentos especiales, quizá, bebía y bebía alcohol como condenado, como si algo en mi interior me dijera que había un abismo insondable. que debía llenar con algo, lo que fuera, pero que aletargara un poco esta asquerosa realidad, volvía a la adolescencia tardía y a la autodestrucción desmedida, salvo que ahora lo hacia solo, encerrado en un cubículo al que nunca quise volver, pero estaba aquí y tenia que afrontarlo...

domingo, 10 de enero de 2016

El vagabundo

No nos miramos o por lo menos no como deberíamos, andamos sin sentidos por calles plagadas de inmundicia, te lo he dicho, ¿alguna vez te he dicho lo que pienso de estas calles a cierta hora de la noche?, somos testigos de algo horrible que nos coge en todo momento y vamos casi queriendo ignorar en que nos hemos transformado, en esos seres que erigen montañas de frustración sobre sus espaldas, día a día seguimos pensando que todo estará bien, cómo no iba a estar bien, claro! Si somos los hijos del progreso, nos jactamos de nuestra propia inutilidad creyéndonos civilizados, llenándonos la boca de cielo e infierno, gastando nuestros zapatos por un pedacito de infierno diario y una bocanada de cielo a fin de mes, estamos mal y estoy cansado de todo esto, ¿te he dicho alguna vez que me da asco el mundo?
Creo que eso fue lo que me intento decir Ernesto aquella noche, asco era la palabra fundamental que debía alertar a todo el mundo y cómo no, a sus propios amigos de algo no andaba bien, aunque para ser sincero, no estoy seguro si ese “algo” que no andaba bien era que Ernesto quisiera mandar todo a la mierda o que realmente tenía razón como vociferaba cada vez que estaba ebrio, nunca supuse que mi amigo fuera capaz de algo así, siempre lo creí un cobarde y era lo más lógico pensar de esa manera ya que por lo menos una vez al día mi amigo usaba esa palabra para referirse a algo aunque fuera lo más estúpido, por ejemplo una vez dijo que le daban miedo las sombras y después corrigiéndose dijo que no, que lo que le daba miedo era la oscuridad, es decir estar en una habitación congelada en el tiempo, donde flotarán imágenes venidas quizás solamente de su cabeza y así deambulaba taciturno Ernesto oh! Amigo qué fue lo que te motivo a saltar, por qué no nos advertiste de otra forma que no fuera tu discurso y es irónico saben… Mi camarada de demencias innombrables siempre afirmo que la palabra es inútil como lo decía Pizarnik, no alcanza siempre decía él, y es cruel decía enseguida ya que es la única forma en que sé expresarme, no hay otra más terrible y sincera que la palabra, quizás por eso decidiste un eutanásico “LAYSA FER” como venganza y respuesta, dónde estas? A donde te perdiste después de esa caída en picada al precipicio, de tu ignorancia y nuestra melancolía, ahora vagas con un cigarro en la mano por quizás que tierras lejanas y nosotros tal vez más conscientes ahora, pensamos en tu partida…

Perros de la calle



La vida es como un día largo, pienso en eso a diario, mientras voy al baño o cuando beso a mi pareja, también cuando estoy en la esquina observando el semáforo prenderse y apagarse continuamente y me doy cuenta que otra vez lo deje ir, no cruce la calle, me quede quieto pensando que dios es como una cámara de vigilancia o un francotirador burlesco y desquiciado apuntando en todo momento a nuestras vacías cabezas. ya comienza a hacer frio, otra vez llegará tarde la noche, estoy en la calle solo como me es habitual, por fin el color verde del semáforo y mis pies se ponen de acuerdo, cruzo lentamente, nada me apura, ni la futura calvicie, ni las deudas que me adjudicare inevitablemente al terminar un día lejano de marzo mi carrera y con ella el tan anhelado cartón con el que seguramente me limpiare el culo o se lo limpiare a alguien más, lo único verdaderamente relevante en este momento, lo único cierto es que debo cruzar la calle antes que el monito verde se transforme en rojo y me quede nuevamente varado en aquella esquina, en esa calle que no tengo ánimos de nombrar. ¿Por qué los colores del semáforo? Seguramente no soy el único que se lo ha preguntado, rojo, verde, amarillo, es decir, pueden haber sido cualquier color, no necesariamente estos tres, incluso me atrevería a afirmar que me gustaría más ver unos relucientes colores secundarios, sus tonos fucsias, un morado rastrero o quizás algunos a la moda, teñidos de leopardo u otros recursos estilísticos de mal gusto pero muy, muy lamentablemente llamativos, como las putas y travestis en ciertas calles después de las tres de la madrugada, bueno aunque de día también se pueden ver, en la televisión o en la camarada del senado, putas y putos desvergonzados, valientes y desvergonzados, algunos dirían que emprendedores, como iba diciendo, ya estoy del otro lado de la calle, que es como estar donde estaba antes, me veo al otro lado, esperando cruzar, esperando comportarme correctamente y seguir las reglas, el verde es para cruzar, el verde es para cruzar, el verde es para volar, el ya no cruzo se quedo atrás, muy lejos de todo lo que tenía planeado hacer, no cruzo el río o quizás lo intento pero se ahogo, lo dejó atrás, camino buscando lo que fuera que me saque de mis cavilaciones, esta oscureciendo, en este preciso momento pienso, deben estar violando a alguien, otro debe estar descubriendo como hacer viajes astrales y tal vez alguien este poniéndole punto final a la novela de su vida, libro que por supuesto nadie leerá, ni siquiera él, por suerte, camino dos pasos hacía el frente, qué hago realmente, no lo sé, prendo un cigarro y siento como entra en mi pecho una especie de neblina asesina y necesaria, entra y sale, como en una danza de apareamiento, ella es mi viuda negra, el humo que es neblina, que es certidumbre, que es una calle, infestada de huellas de otras gentes que seguramente sabían donde ir, siempre los demás saben todo y uno es un humilde aprendiz, camino dos pasos más ya no sé si hacia el frente o hacia atrás, moverse es lo importante es lo necesario, moverse para
capear el frio, para capear los pensamientos, dos pasos más y veo un perro de la calle, él me entiende, aunque no hablemos el mismo idioma, él sabe que lo estaba esperando, aunque no lo haya buscado, estamos cada uno siendo recordatorios del otro, diciéndonos que la vida es como un día largo y que no podemos tomarnos vacaciones de todo esto…

sábado, 9 de enero de 2016

Cuatro A.M

Son aproximadamente las cuatro de la mañana del día domingo. Antes  de reflexionar sobre mi estado actual la pase muy bien, ¿qué digo bien?  Genial! estuve toda la noche rechazando hombres que se acercaban con la sincera pretensión de sexo, digna excusa para entablar una conversación civilizada con un perfecto desconocido y más digna situación aun para no sentir ningún remordimiento al mandar a volar para siempre (para siempre?) a dicho desconocido. El panorama, bueno el panorama no importa, nada fue extraño en el, es decir, un sábado cualquiera que se presentaba con todas las posibilidades que se puede presentar una noche para una mujer relativamente joven y relativamente bella como soy yo. Pero, la verdad es que por algo estoy pensando en esto, ¿qué fue aquello que me condujo a aceptarte? Dime que fue lo que hiciste de diferente para quitarme mis amarras y decidir que esta noche tu serias mi juguete de placer. Normalmente me suelo sentir orgullosa de la gran cantidad de hombres que puedo rechazar en una misma noche y con esto no quiero decir que sea una maldita arpía egocéntrica que disfruta alimentando su autoestima solamente dejando a otro individuo prendido de un miserable tal vez.  no es así… Creo… La verdad es que me encanta el juego de la seducción por decirlo de alguna manera, me gusta ese acercamiento al borde del deseo, donde oscilas entre un ""sí podría ser", un "no gracias", un "besémonos por toda la eternidad de esta noche", lo más encantador de esto es que sucede todo al mismo tiempo, eres o crees que eres la mujer más especial de esa noche porque el desconocido que tienes al frente intenta infructuosamente atraerte hacia su pequeño mundo y para lograrlo utiliza todas sus armas, eres en ese momento una meta, un fin que justifica causas, un objeto que pretende ser alcanzable… Esta noche no pretendía ser objeto de nadie, en realidad nunca lo pretendo, simplemente me gusta sentirme deseada, nada más y luego el rechazo y venga otro cabronazo a intentar convencerme de algo que nunca obtendrá.  Y llegaste tú, ¿qué hiciste? Estoy segura que no fue tu indiferencia, estoy segura que no fueron tus temas de conversación interesantes, estoy segura que no fueron tus extrañas experiencias de vida ni tu mala forma de bailar, estoy segura que no fue tu humor extraño ni tu forma de fumar, estoy segura que no fueron tus besos, ni tus seguras inseguridades, dime que formula ocupaste, cómo me convenciste de algo que nunca en mi puta vida hubiera echo?… Estoy a tú lado en nuestro lecho (tu cama), estoy en un lugar en el que nunca había estado antes, en un lugar al que tal ves nunca más venga (lo más probable) estoy o estuve completamente entregada al momento, mi cuerpo desnudo siente el calor de tu humanidad, sabes lo que más disfrute de ti esta noche no fueron tus besos ni tu forma de penetrarme ni tu persona… fueron tus manos, tu forma de rozar mi existencia… Qué haces? Quién bendijo esas manos para que entregaran tanto cariño?  Pero es que de verdad no comprendo que fue lo que hiciste… son las cuatro de la madrugada del día domingo… estoy a tu lado… me gustaría poder botarte y decir que ya fuiste, que en realidad nunca sucedió y sentirme orgullosa por haberte utilizado, por haber gozado tu carne, porque fuiste mi juguete, pero en realidad solo quiero abrazarte y romper un poco, aunque sea solo un poco el miedo a esta inexistente soledad.